Estaba siguiéndome, estoy segura…Hoy se hizo presente
después de mucho tiempo y parece ser que el mismísimo Cortázar colocó uno de
sus libros en mis manos. Entonces, volvió – como siempre retorna – la total y
absoluta fascinación…Dulces cronopios, melosa realidad tan irreal.
Despierta entonces la cronopio que vive en mí, el caos tan
distinto de los famas se hace presente, el paseo bonaerense con gusto a cerveza
trasandina como si recordara y pudiera respirar algo nunca experimentado en carne y hueso, pero,
tal como cronopios cronopios, los saco de mi sombrero de maga y estoy en ese
otro lugar. Inspiro y me hago grande, la magia de pacotilla pasa a mostrar a la
gran Viviana, vieja amiga de Merlín que, por hoy, no viene al caso mencionar.
Seres aparecen, se quedan, me envuelven y como quiero
disfrutar voy a darme el gusto de citar al autor que hoy trajo sus textos a mis
ojos y se quedó hasta en la médula:
Los cronopios, en
cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan sueltos los recuerdos por la
casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo
uno, lo acarician con suavidad y le dicen: “No vayas a lastimarte”. Julio
Cortázar, 1962
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