Normalmente vamos navegando por las corrientes de la vida y
nos dejamos llevar por el destino sin preguntarnos muchas cosas, dejando que
todo ocurra, siguiendo los acontecimientos tal y como suceden sin cuestionarnos
el porqué de ellos.
Pero existen, al menos, modos distintos de enfrentar las
olas. Están aquellos que dejan que las cosas pasen y se quedan en la eterna
espera de un destino agorero que no siempre tiene los resultados que se soñaron,
la realidad se les presenta de sorpresa
y mansamente se los lleva la corriente mientras todo cae sobre sus cabezas…soñar
tanto y mantenerse inmóvil parece no ser la actitud para la vida…tampoco lo es esperar
que otros hagan realidad tus sueños.
Por otro lado, están los que se mueven y hacen que las situaciones
ocurran, no esperan, van en contra de la corriente haciendo caso omiso a los
mensajes del destino que desea enjaularnos en la rutina de una construcción que
no desean vivir. Ellos son los magos de la realidad que conquistan el mundo
cambiando la dirección de los vientos en su propia vida y, probablemente, de
muchos más. Son estos seres los que construyen con sus sueños realidades que no
caben en palabras, momentos que no se pueden pronunciar y elaboran por si
mismos universos múltiples que se llegan a palpar.
Ambas formas tienen sus ventajas dependiendo del momento de la vida en el cual nos encontremos. A veces es bueno dejarse llevar como un volantín en el aire, pero otras, sin dudas, es mucho mejor movilizarse y luchar por nuestra felicidad.