Sunday, February 19, 2012

Mirando al Sur



¡No vuelvo más! ¡Quiero vivir aquí!...
Eso digo en todas las paradas que hago.  Cada lugar exacerba mi estado de encanto y enamoramiento donde árboles, playas, gotas de lluvia e inmensos paisajes saturan mi espíritu  e invitan a quedarse…a quedarme. Y siempre me parece fácil, siempre uno quiere un poco más dejando volar la imaginación proyectando futuros posibles, imaginarios maravillosos de realidades alternativas a la vida cotidiana de la ciudad, al día a día en el que no estamos de vacaciones ni dejamos a nuestros demonios escapar.
Trato de explicarme este encanto y sólo me quedo con la idea en la cual rara vez he sentido las distancias como tales, entonces, cada vez que cierro mis ojos todas las conexiones del alma permanecen intactas y sostienen mi caminar en cada paso que pudiese tambalear.
El cambio es también un deseo permanente de lo diferente, no sólo porque uno se deja a sí mismo en la ciudad y se mira en perspectiva, si no porque al hacerlo, algunas veces, uno llega a despreciarse profundamente y odia esa vida citadina de la que no queremos ni hablar. Aunque, en mi caso, nunca he sido muy de ciudad… He estado en este mundo más amoroso que enamora hasta la médula.
Al observarse las cosas se ponen en perspectiva, - ya alguien habló de eso-, uno quiere borrar las distancias y tener todo aquí, muy cerca del corazón, pero, al menos yo, llego a la conclusión de que me gusta mi vida, me gusta ser quien soy amando profunda e intensamente y eso me hace inmensamente feliz. Por eso viajar es ser uno mismo sin ataduras, sin miedos y sin responsabilidades, es una forma escurridiza en que huimos de las responsabilidades de los grandes, especialmente cuando se deben tomar decisiones ante las cuales me declaro absolutamente incompetente porque, tal como García Lorca, siento que habita un duende en mi espíritu y me gusta ser la niña que soy.

Sunday, February 12, 2012

OKúpate


Llegaron a mis oídos historias de vidas milenarias que se reflejan en la mirada, historias de tristezas, de pasos que dan por torcer el destino, gente que quiere ser por sobre el parecer, quiere vivir más que sobrevivir frente a la guadaña del mercado y que luchan por demostrarse a sí mismos que se puede, que ocupados se está más vivo, que el acto manifiesto de la vida está en todo, en el arte, en la voluntad de cambio y en la cooperación con el otro. Más que respirar es demostrar que todos estamos vivos…acto mínimo de hacer realidad los sueños que nos rondan en noches insomnes en los cuales queremos cambiar la rutinaria realidad… por eso, y casi sin palabras se escuchan sus palabras en mi alma recitando: Ocúpate del amor, de la vida, de los pasos  que das e incluso del aire que respiras. Ocúpate en todo momento porque el arte, los colores y las palabras dejan huellas en alguna esquina. Haz tu manifiesto con pasión porque llega a ser tu guía.
Mis sentidos están atentos a cada pequeño estímulo que traen las nuevas experiencias porque con ellas yo me incendio, me enamoro de todo, me desilusiono y también lloro, por eso, también me ocupo y ya no me pre-ocupo.

Saturday, February 04, 2012

Aparición de Cronopios


Estaba siguiéndome, estoy segura…Hoy se hizo presente después de mucho tiempo y parece ser que el mismísimo Cortázar colocó uno de sus libros en mis manos. Entonces, volvió – como siempre retorna – la total y absoluta fascinación…Dulces cronopios, melosa realidad tan irreal.
Despierta entonces la cronopio que vive en mí, el caos tan distinto de los famas se hace presente, el paseo bonaerense con gusto a cerveza trasandina como si recordara y pudiera respirar algo  nunca experimentado en carne y hueso, pero, tal como cronopios cronopios, los saco de mi sombrero de maga y estoy en ese otro lugar. Inspiro y me hago grande, la magia de pacotilla pasa a mostrar a la gran Viviana, vieja amiga de Merlín que, por hoy, no viene al caso mencionar.
Seres aparecen, se quedan, me envuelven y como quiero disfrutar voy a darme el gusto de citar al autor que hoy trajo sus textos a mis ojos y se quedó hasta en la médula:
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan sueltos los recuerdos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: “No vayas a lastimarte”. Julio Cortázar, 1962