![]() |
Ya está, llegaron. Te miras al espejo y ahí están…40 años,
completos, con todas las cosas que implica, que se te cae el poto, las tetas,
la celulitis brota por todas partes y te rellena la silueta, las canas ya son
imposibles de esconder - y cuando digo imposible es que es im-po-si-ble -, y si
hasta la señora de las cuatro décadas parece que no eres tú…es decir, no soy yo…
Excepto si aparece el 10 años menor.
Y con todo eso uno agradece a santa tintura y santa crema
reductora por todos los favores concedidos, especialmente cuando te dicen…”noooooooooooooo,
me estay webeando, si tení unos 30”…y uno ya prende velitas a las máscaras que
esconden la realidad…o queda con la duda si están siendo sinceros contigo o
mienten descaradamente para hacerte sentir bien. No importa, aquí estamos, con
todo, con una vida pasada, con un presente que explota divinamente, con la
sonrisa a flor de piel porque es obvio, la vida, en sí misma, es más que digna
de ser experimentada.
Y a la hora de hacer el recuento de la propia humanidad no
quiero ser latera… he vivido, disfrutado, llorado hasta que se caen los mocos,
reí hasta que dolía el estómago y tomé … bueno, sigo haciéndolo, ya es
endémico. ¡Ah! Y he amado intensamente, como te amo a ti en este minuto ;)
Hasta que aprendí que con todo se ha ido construyendo mi yo…dulce
vida entre amigas maravillosas, familia especial, amores imperfectos y
profesiones diferentes que desembocaron en un servicio que hace tres años jamás
imaginé, pero que hoy se proyecta en mi futuro.
Supongo que hay mil cosas pendientes, hay sueños por
construir, caminos que recorrer, porrazos que darse y, como siempre, volver a
caminar. Porque la vida tiene esos vaivenes y con todo vamos para adelante,
aunque a veces cueste lágrimas y sangre, vamos, sin lugar a dudas, hacia alguna
parte.
Y con todo, solo me queda decirles, ¡estoy en mis divinos 40!